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Primera semana de estar con nosotros. Recuerdo esos días como si fuesen ayer, el miedo al enterarme que ella debía nacer antes de lo esperado.
La incertidumbre de que aunque fuera todo tan de repente, sea lo esperado.
Ella estaba super cómoda dentro de mi, y yo super feliz de cobijarla, como sé que nunca más lo haré, pero si sé que puedo intentarlo, de hecho, lo intento todos los días.
Llegó ese momento, en el que me encontré yendo a un quirófano, para el que no estaba preparada, me sentí sola, muy sola, porque no pude estar acompañada, por quien esperaba. Estuve completamente dormida, lo que significo no poder verla nacer, y aún lloro, todavía tengo angustia porque para mi, los MOMENTOS, significan tanto, los detalles, las pequeñas cosas son las que me movilizan, las que me llenan el alma y me fortalecen. Cuando me desperté, y la escuché llorar, aún sin poder verla, reconocía ese llanto, yo lo conocía, y además me estaba llamando. Cuándo nos encontramos, piel con piel, no existió cosa mas maravillosa en mi vida, en mi universo entero, que al darle un beso y decirle "hola Emma, acá esta mamá, no llores" y su llanto seso. Y ahí todo empezó... ahí todo cambió. La primera semana era todo nuevo, pero simplemente fluyó, aunque con miedos, e incertidumbres, siempre me supe capaz de superar momento a momento, segundo a segundo en todo como mamá primeriza, y aún así, aprendiendo SIEMPRE.
Sigo aprendiendo, a mas no poder.
Recuerdo tanto los olores, de ese momento, los olores de ella, los míos, los del sanatorio, los de mi casa, todo tan perfecto. Recuerdo los silencios y los llantitos de bebé recién nacido, y los extraño a veces jajaja.


Tan perfecto todo. Sin igual.